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Selección de destinatariosKarlos Pérez de ArmiñoDeterminación de los grupos sociales, familias o personas en los que se pretende que tengan lugar los impactos positivos definidos en los objetivos de un proyecto o programa de ayuda. La identificación de un proyecto, o la planificación de un programa, debe contemplar una adecuada selección de determinados colectivos para la orientación (targeting) de la ayuda. Tales grupos reciben diferentes denominaciones, en la práctica equivalentes, aunque dejan traslucir connotaciones diferentes asociadas a diferentes formas de entender la cooperación. El concepto de “beneficiario”, probablemente el más utilizado en castellano, así como el de “receptor”, pueden evocar una visión de la ayuda en sentido unidireccional desde el donante hacia aquéllos. Aunque pueden ser apropiados para una ayuda en forma de donación en contextos de emergencia, no resultarían satisfactorios para un tipo de cooperación basado idealmente en unas relaciones entre iguales que sirve a ambas partes. Una alternativa puede consistir en hablar de la selección de “destinatarios” de la ayuda. Igualmente, es habitual referirse a ellos como “población objetivo” (target group). Por otro lado, a la hora de la selección es habitual y pertinente realizar una distinción entre los “beneficiarios directos”, o quienes están directamente implicados en el proyecto y se benefician de sus frutos y servicios; y los “beneficiarios indirectos” o “finales”, que serían quienes obtienen ventajas a largo plazo del uso de los servicios e infraestructuras creados por el proyecto. Por ejemplo, beneficiarios directos serían los trabajadores contratados en un proyecto consistente en la construcción de una carretera, mientras que indirectos serían los campesinos de la zona que de esa forma podrán exportar sus excedentes. La selección de beneficiarios o destinatarios es una tarea compleja, pero casi siempre necesaria. Los criterios por los que unos u otros sean elegibles dependen evidentemente del campo de intervención de que se trate (ayuda alimentaria a los malnutridos, defensa de los derechos de los indígenas, apoyo a la reintegración de soldados desmovilizados, etc.) y de los objetivos perseguidos (si se trata de evitar una epidemia de sarampión, los principales destinatarios deben ser los niños menores de cinco años). Pero la selección depende también de otros factores, como son la situación de vulnerabilidad (en cuanto a nivel y a extensión social), la existencia de medios logísticos y humanos para llevarla a cabo, la disponibilidad de tiempo en función de la gravedad de la situación. Seleccionar adecuadamente a los beneficiarios encierra al menos tres ventajas: a) Mejorar la eficiencia del uso de la ayuda, de forma que sirva en el mayor grado posible a los objetivos establecidos en el proyecto o programa. b) Concentrar los limitados recursos de la ayuda en los grupos más vulnerables y necesitados, teniendo en cuenta que un trato igualitario no está justificado cuando la situación de vulnerabilidad estructural y las necesidades de unos y otros son muy diferentes. En este sentido, permite reducir los costes de la intervención derivados de la compra de productos, transporte, gestión, etc., si bien a veces podrían no compensar los gastos que conlleva realizar una selección exhaustiva. c) Mininizar los posibles perjuicios que una ayuda indiscriminada, excesiva o que llegue a manos de quien realmente no la necesita pueden generar, como por ejemplo: la generación de una mentalidad de dependencia de la ayuda; el desincentivo a la realización de actividades productivas (por recibir donaciones gratuitas; o por el tiempo que absorbe la participación en los proyectos, como ocurre a veces en los de comida o dinero por trabajo); las alteraciones en el mercado laboral o en los precios producidas por los proyectos de empleo o de distribución de alimentos u otros bienes. 1) Tipos y criterios de selección La selección de los destinatarios de un proyecto puede ser de diferentes tipos, en función de los mecanismos y criterios con que se realice: a) Selección geográfica En este caso lo que se selecciona no son grupos sociales o personas, sino una zona geográfica en la que actuar. Su elección debe llevarse a cabo en función de sus altos indicadores de vulnerabilidad socioeconómica, de malnutrición y de morbilidad. Sin embargo, es palpable que en muchas ocasiones las zonas elegidas como prioritarias no son las que responden a esos criterios, sino las que tienen mayor facilidad de acceso, o las que tienen más peso político para expresar sus necesidades y hacer valer sus derechos. De este modo, es frecuente que las áreas remotas, mal comunicadas y lejanas a la capital u otras ciudades, queden relegadas a segundo plano debido a que actuar en ellas da lugar a sobrecostes, mayores dificultades logísticas, penosas condiciones de vida para el personal y menor visibilidad del trabajo realizado. En este sentido, los pastores nómadas, aunque altamente vulnerables, con frecuencia se ven olvidados de los programas de ayuda porque su movilidad y permanencia en lugares remotos dificulta la logística y seguimiento de los proyectos. b) Selección general de determinada población En ocasiones, el conjunto de un colectivo o una población es seleccionado para recibir básicamente la misma ayuda, como ocurre en particular con los refugiados[Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados,ver ACNUR, Refugiado: definición y protección, Refugiados, Campo de, Refugiados: impacto medioambiental, Refugiados medioambientales, Refugiados: problemática y asistencia, Reintegración de refugiadosy desplazados, ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados), Salud de los refugiados] o los desplazados internos asentados en determinado lugar (ver refugiados, campos de). Aunque este sistema impide concentrarse específicamente en los más vulnerables y necesitados, puede facilitar la intervención cuando se carece del tiempo o de los medios para realizar una selección exhaustiva, y cuando es el conjunto del colectivo el que requiere asistencia (caso de los recién llegados a un campo de refugiados). c) Autoselección En determinados tipos de intervención, son los propios beneficiarios los que se implican en función de sus preferencias y necesidades. Así ocurre, por ejemplo, con los proyectos o programas de comida o dinero por trabajo, que si se planifican adecuadamente sólo resultan atractivos para aquellas personas dispuestas a realizar un trabajo a cambio de la ayuda canalizada en forma de salario o de alimentos. Igualmente, a veces la ayuda se proporciona sólo a quienes participan en determinadas actividades, como es el caso de la ayuda alimentaria proporcionada a las mujeres que asisten a cursillos sobre salud o nutrición; o los microcréditos proporcionados sólo a quienes participen en fondos rotatorios u otros grupos de crédito. d) Selección indirecta vía mercado En determinados tipos de intervenciones se puede llegar a los grupos deseados en función de su situación en el mercado. Por ejemplo, cuando se subsidian o se sacan al mercado, para rebajar su precio, suministros de determinadas variedades de alimentos que habitualmente sólo consumen los pobres (sorgo rojo, maíz blanco, etc.), con lo que éstos ven así mejorar su poder adquisitivo. e) Selección por criterios socioeconómicos El sistema más frecuente consiste en seleccionar a determinados grupos o familias de la comunidad en función de diferentes indicadores socioeconómicos, realizado por la administación o por la ONG externa. A este respecto, va ganando peso la utilización del análisis de capacidades y vulnerabilidades, que permite determinar quiénes tienen un mayor grado de vulnerabilidad estructural, y no sólo quiénes presentan un mayor nivel de “necesidades” coyunturales en ese momento; así como permite también examinar las capacidades de que disponen los destinatarios, que deben utilizarse y reforzarse en la intervención. En general, entre los colectivos más susceptibles de requerir ayuda figuran: los pobres; los afectados por procesos de desastre que han perdido sus sistemas de sustento al haber tenido que agotar sus reservas, malvender sus medios productivos y/o huir de sus casas para convertirse en refugiados[Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados,ver ACNUR, Refugiado: definición y protección, Refugiados, Campo de, Refugiados: impacto medioambiental, Refugiados medioambientales, Refugiados: problemática y asistencia, Reintegración de refugiadosy desplazados, ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados), Salud de los refugiados] o desplazados internos; los que habitan zonas propensas a catástrofes o azotadas por conflictos armados; los que sufren marginación y exclusión social por razones económicas, de género, étnicas o de otro tipo; y, en definitiva, los que carecen del necesario poder sociopolítico para defender sus intereses y recibir ayuda de su comunidad o del Estado. f) Selección por criterios fisiológicos Determinadas personas requieren una atención específica en función de sus especiales necesidades y vulnerabilidad fisiológicas, como son las mujeres embarazadas o lactantes (ver salud reproductiva y lactancia materna), los ancianos, los niños y los enfermos o discapacitados. Además, sobre todo en situaciones de emergencia, las personas enfermas o malnutridas requieren ser objeto de una atención especial en forma de cuidados sanitarios y de proyectos de alimentación complementaria o terapéutica (ver ayuda alimentaria: modalidades). En estos casos, se suelen utilizar diferentes indicadores de salud, al igual que diversos indicadores antropométricos (empleados también en los llamados sistemas de alerta temprana de seguridad alimentaria), que son objetivos y fáciles de comparar. g) Selección comunitaria En ésta, organizaciones de la comunidad o personas respetadas (maestros, ancianos, líderes) son encargados de determinar cuáles son las familias más necesitadas. Este método tiene la ventaja de su bajo coste y de que prima las percepciones locales y no las de la agencia foránea. Sin embargo, cabe el riesgo de que quienes tomen la decisión se sientan presionados para extender la ayuda a un número excesivo de receptores, o incluso que la desvíen hacia sectores no necesitados. De este modo, la agencia u ONG debe realizar una supervisión cuidadosa de la selección y sus criterios, comprobando que hayan sido incluidos todos los sectores marginados, que el número de destinatarios no esté hinchado, y que las mujeres no hayan sido soslayadas (Young, 1992:54). 2) Problemas en la selección La realización de la selección de destinatarios suscita, sin embargo, diferentes problemas, como los siguientes: a) Sobre todo en situaciones de emergencia, con frecuencia no existen capacidad logística, recursos humanos y tiempo suficientes para llevar a cabo una selección exhaustiva. Además, dado que realizar ésta puede resultar bastante costoso, en situaciones de desastre en que gran parte de la población está afectada, durante un cierto tiempo puede resultar más barato y rápido una ayuda generalizada en las zonas afectadas (Devereux, 1999). b) Aunque la intervención se diseñe para alcanzar a un grupo específico, siempre existe un impacto sobre otros sectores o personas (tanto de la familia como de la comunidad), aspecto que las agencias han de tener en cuenta. Particular atención se debe prestar al impacto en términos de relaciones de género que puede tener la ayuda, en función de quiénes sean los destinatarios y quiénes participen en su gestión. c) La selección puede resultar un tema políticamente sensible, incluso inaceptable. Es probable que otros sectores diferentes a los pretendidos quieran beneficiarse de la ayuda y presionen para ello, existiendo además el riesgo de desviaciones por parte de funcionarios o sectores poderosos, todo ello en detrimento de los vulnerables. Los riesgos de apropiación indebida o manipulación de la ayuda son mayores en contextos de conflicto civil, en los que, además, la selección de destinatarios puede adquirir el carácter de apoyo a uno de los bandos (ver acción humanitaria: debates recientes). d) La selección puede hacer aflorar diferencias culturales entre donantes y receptores. La agencia externa puede llevarla a cabo con criterios socioeconómicos o antropométricos objetivos para centrarla en los más necesitados y optimizar su impacto, pero los líderes comunitarios tal vez se opongan si entienden que su zona se ve discriminada por no figurar entre las más beneficiadas, o si se sienten presionados para extender la ayuda de forma más igualitaria entre la comunidad. Además, estos desencuentros vienen a reflejar las diferencias culturales entre los donantes occidentales, con su tradición cultural racional e individualista, y los receptores, que constituyen unas comunidades muy homogéneas y unidas, con una fuerte presencia de redes sociales basadas en relaciones de reciprocidad (Borton y Nicholds, 1991:125). En este sentido, para que la intervención sea aceptada como legítima por el colectivo seleccionado, estas personas tienen que compartir los criterios por los que se les ha elegido, se tienen que ver reconocidos como un colectivo con elementos comunes. No hacerlo es una de las razones del fracaso de muchos proyectos. Los “grupos objetivo” frecuentemente se definen en base a un determinado factor, frecuentemente económico, cuando en realidad la identidad social de un individuo depende de una gama amplia de características, habitualmente en conflicto y contradicción. Así, no basta pertenecer a un mismo colectivo, como pueden ser los jornaleros, pues dentro de él seguramente existen rivalidades y competencia por el acceso al trabajo, el crédito, etc. Los criterios para seleccionar a los grupos de destinatarios, que a las agencias pueden parecerles objetivos y racionales, a los propios elegidos pueden parecerles absurdos, pues esa característica por la que se les elige tal vez no da lugar a que se identifiquen entre sí o quieran trabajar juntos. Por eso, es importante considerar todos los aspectos de las identidades de las personas en conjunto, analizando los procesos sociales en los que están inmersas, con sus intereses y contradicciones (Eade y Williams, 1995:17-19, 230). Todo esto refuerza la necesidad de la participación comunitaria en la identificación del proyecto. e) En este sentido, es importante evitar que la selección de determinadas personas no genere falsas diferencias entre ellas y otras, con el consiguiente riesgo de aislamiento de las primeras y de agravio comparativo para el resto. Así, prácticas como el apadrinamiento de niños individualmente en situaciones de pobreza generalizada pueden generar divisiones dentro de las familias y comunidades, a no ser que se orienten de forma integral a mejorar la situación de éstas (Eade y Williams, 1995:18). K. P. Bibliografía
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