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Titularidades al alimentoKarlos Pérez de ArmiñoCapacidades de las que dispone una familia o persona para acceder al alimento, mediante su producción, su compra o su obtención como donación. Una de las principales contribuciones recientes a la evolución del pensamiento sobre la seguridad alimentaria, y en concreto sobre las causas de la hambruna y el hambre, ha sido la teoría de las titularidades al alimento del economista indio Amartya Sen. Dicha teoría cuestionó el enfoque explicativo de las hambrunas dominante al menos desde los tiempos de Malthus, a finales del siglo XVIII, que el propio Sen bautizó como el enfoque del Descenso de la Disponibilidad de Alimentos (Food Availability Decline, __FAD). Es decir, la hambruna sería fruto de una disminución de los suministros per cápita en una zona o país, debido fundamentalmente a catástrofes naturales, que mermarían la producción o al excesivo crecimiento de la población. Paralelamente, el hambre endémica sería consecuencia de una escasez crónica de suministros per cápita (ver demografía). Este enfoque tradicional plantea dos problemas. En primer lugar, dado que realiza una estimación agregada (alimentos per cápita), pasa por alto que la distribución de alimentos es desigual entre unos grupos sociales y otros, con lo que puede haber hambre y hambruna aunque existan alimentos suficientes. En segundo lugar, ubica las causas de ésta en factores naturales, inevitables, y no toma en consideración posibles causas derivadas del sistema socioeconómico, en concreto la pobreza. Frente a dicho enfoque, diferentes autores van conformando en los años 70 explicaciones de las hambrunas más centradas en las diferencias sociales, que acaban cristalizando con la teoría de las titularidades de Amartya Sen, expuesta en 1981 en su célebre __Poverty and Famines (Pobreza y hambrunas). Sen analiza varias de las hambrunas más importantes del siglo XX, como la de Bengala de 1943 y la de Etiopía de 1972-4, constatando que no fueron causadas por una falta de alimentos, como prueba el hecho de que en los dos casos citados se exportaran alimentos desde las zonas afectadas hacia otras limítrofes o a la capital. En efecto, los comerciantes llevaban los alimentos guiados no por la necesidad de las personas, sino por la demanda efectiva en el mercado que ejercían quienes tenían poder adquisitivo fuera, pero no los pobres locales. Por consiguiente, la causa de las hambrunas radica más bien en la incapacidad de las familias pobres para acceder a ellos, es decir, para producirlos, comprarlos u obtenerlos por otros medios legales. El hambre es consecuencia no de que no “haya” suficiente para comer, sino de que algunas personas no “tengan” suficiente para comer. Aunque lo primero puede ser una causa de lo segundo, no es sino una de sus muchas posibles causas (Sen, 1981:1). Según formula el propio Sen, las titularidades constituyen las capacidades para conseguir comida a través de los medios legales existentes en una sociedad, por lo que su teoría sólo es aplicable en una sociedad de libre mercado y propiedad privada. De esta forma, se puede hablar básicamente de tres tipos de titularidades o formas de obtener alimentos: a) las basadas en la producción, como en el caso de los alimentos producidos a partir de los recursos productivos de la familia; b) las titularidades de intercambio, esto es, la capacidad de comprar alimentos en el mercado con el dinero obtenido por otras actividades; y c) las titularidades transferidas, como las obtenidas por herencias o por percepciones dadas por el Estado o la comunidad. Consecuentemente, dice Sen, la hambruna se desencadenaría por una pérdida repentina de los diversos tipos de titularidades de determinados grupos, hasta un punto que les incapacitaría para disponer de alimentos suficientes, por diversos posibles motivos: una sequía o guerra que diezme la cosecha o esquilme el ganado, la pérdida de los ingresos salariales al ser despedido, el acelerado incremento del precio de los alimentos, etc. Por su parte, el hambre endémica sería consecuencia de una carencia permanente de las titularidades necesarias. En definitiva, el problema no suele deberse a la escasez de alimentos, pero, incluso cuando la hay, aquél se puede interpretar mejor como una pérdida de titularidades: la escasez provoca el alza de los precios de los alimentos, lo que da lugar a una disminución del poder adquisitivo y de las titularidades de los pobres. La principal aportación de esta teoría consistió en subrayar que la hambruna, y por extensión el hambre, no son fruto de factores naturales (meteorológicos, demográficos) y por tanto difícilmente evitables y por los que nadie puede ser responsabilizado, sino que, por el contrario, son fruto de factores socioeconómicos, en concreto, de la pobreza y la falta de acceso a los recursos por parte de las familias pobres. Consecuentemente, una segunda aportación consistió en no tomar la población como un todo uniforme, sino en contemplar las dificultades que cada sector social y cada familia presentan en cuanto al acceso al alimento. Esto implica analizar el entramado de factores que determinan las titularidades de una familia, esto es, su posición social, económica y legal en la sociedad (disponibilidad de recursos productivos, modos de producción, derechos para ejercer actividades, etc.). Por esta razón, la teoría de las titularidades supuso un aporte importante a la gestación o evolución de conceptos clave en los estudios sobre desarrollo: el de seguridad alimentaria (SA), impulsando el paso desde un enfoque de SA nacional a otro familiar; el de sistema de sustento, y el de vulnerabilidad, esencial para llevar a cabo una lectura de las causas estructurales de los desastres. La teoría ha tenido una incidencia decisiva en la comprensión teórica de las crisis alimentarias, así como también en la reformulación de las políticas para hacerles frente. Dado que el problema suele ser de acceso más que de insuficiente abastecimiento, los esfuerzos tienen que orientarse no sólo al aumento de la producción (que puede ser necesaria para compensar el crecimiento demográfico y para incrementar los ingresos de los campesinos), sino sobre todo a la lucha contra la pobreza. El enfoque de Sen, en realidad, más que una teoría específica de las causas del hambre es una explicación del mecanismo de funcionamiento por el que las múltiples causas posibles, actuando sobre el mercado y socavando las titularidades de determinados sectores sociales, provocan el hambre entre ellos. Es por tanto un enfoque muy flexible, aplicable a multitud de aspectos que pueden lesionar el acceso al alimento. A pesar de su importante contribución, adolece de diversas lagunas, algunas de las cuales fueron reconocidas de antemano por el propio Sen, pero que han sido subrayadas sobre todo por De Waal (1990) y Rangasami (1985). En primer lugar, se le critica que su análisis de las hambrunas es excesivamente economicista y que se limita al alimento como único factor: es decir, que se centra en la disminución del poder adquisitivo de las familias como fruto de las alteraciones en la economía, dando lugar a un menor acceso al alimento y al insuficiente consumo e inanición consiguientes. Por ello, olvida otros aspectos que hoy se consideran esenciales para el estudio de las hambrunas y de la seguridad alimentaria, como son: a) Las epidemias, a pesar de ser éstas y no la inanición la mayor causa del incremento de la mortalidad durante las hambrunas. b) Las estrategias de afrontamiento ante las hambrunas, seguidas por las víctimas para ahorrar y no tener que vender sus recursos productivos. Según De Waal, su desconsideración se debe a que Sen tiene un concepto clásico de la hambruna, como hambre aguda que lleva a la muerte. Sin embargo, añade, la mayoría de las hambrunas (al menos del África Subsahariana) no son tan extremas gracias a que las víctimas las resisten mediante tales estrategias de afrontamiento. Particularmente significativo es que Sen ignore una de éstas, el hambre voluntaria, por cuanto rompe la relación causal directa que su teoría establece entre la pérdida de titularidades y el hambre. c) La violencia, la guerra y otros medios ilegales de transferencias de titularidades. La teoría de Sen se centra sólo en los medios legales de acceso al alimento, olvidando que en muchos contextos, como en las hambrunas africanas derivadas de conflictos armados, la obtención o pérdida de recursos tiene que ver con prácticas ilegales y violentas. Por esta razón, De Waal (1990:473) sostiene que dicha teoría es aplicable a las hambrunas asiáticas derivadas de perturbaciones económicas, pero no para las africanas recientes. d) Los sistemas de sustento, como una realidad compleja que va más allá de la mera fuente de ingresos o titularidades, y que incluye aspectos no materiales, como pueden ser las cualificaciones técnicas. e) Los valores culturales del alimento y las percepciones subjetivas de las personas respecto a su situación. Ambos factores introducen una dimensión cualitativa que rebasa la meramente cuantitativa de Sen, centrada en el acceso a recursos suficientes. f) Las relaciones de género. Aunque en trabajos posteriores Sen analizó la desigual distribución intrafamiliar de titularidades entre hombres y mujeres, ésta no fue contemplada en la formulación de su teoría, que tomó como unidad de análisis a la familia en su conjunto y no a las persona que la forman. Otra importante crítica es que su enfoque carece de un análisis histórico y político del proceso que provoca la vulnerabilidad ante las hambrunas, esto es, de las causas estructurales profundas de por qué determinados sectores carecen de titularidades. Se conforma con observar la pérdida de éstas como causa inmediata de las hambrunas, pero sin rastrear las causas raíces que las provocan. En defensa de Sen, Osmani (1991) niega que esto sea una carencia real, puesto que la teoría pretende explicar sólo las “causas próximas” de las hambrunas (caída de las titularidades), pero en modo alguno la globalidad de sus causas ni su dinámica una vez desencadenadas (epidemia, violencia, etc.). De Waal (1991:606) replica diciendo que tal defensa de la teoría de las titularidades se hace a costa de restringir su ámbito de aplicación y de diluir su validez: con esa teoría se pretende explicar meramente el subconsumo de alimentos y el hambre, cuando lo que más atemoriza a las víctimas, al menos de las hambrunas africanas, es la miseria (pérdida de bienes productivos y de ganado) y la muerte por epidemias. De este modo, dice, la teoría de Sen se centra en “algo sobre lo que nadie se preocupa mucho, mientras que otras cosas más importantes permanecen inexplicadas”. Esto le lleva a plantearse la necesidad de una teoría nueva y más amplia de las hambrunas, que parta de los tres aspectos fundamentales que las constituyen: el hambre, la miseria y la muerte por enfermedades, y no sólo del primero y menos importante de ellos. Esta teoría deberá contemplar aspectos como las perturbaciones sociales y la violencia como factores causales, así como las estrategias de afrontamiento empleadas por las víctimas. Como consecuencia, dice De Waal (1990:484), en ese nuevo marco teórico, “la pérdida de las titularidades al alimento perdería su papel central en la descripción de la hambruna, y sería sólo parte de un cuadro mayor”, integrado por otros elementos. Estas críticas, fruto de una progresiva mejor comprensión tanto de las hambrunas como de las múltiples dimensiones de la seguridad alimentaria, han ensanchado el enfoque de la teoría de las titularidades, cuyo impulso teórico y político ha sido en cualquier caso decisivo. K. P. Bibliografía
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