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Estudio de Impacto Medioambiental (EIM)Néstor ZabalaMétodo sistemático para diagnosticar, normalmente a priori, el posible impacto de una política, programa o proyecto de desarrollo sobre el medio ambiente. La utilización de los EIM (Environment Impact Assessment, EIA), enlaza con la creciente preocupación existente en la comunidad internacional por la relación entre el medio ambiente y el desarrollo, como se plasmó en la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, celebrada en Río de Janeiro en 1992. En la actualidad, las legislaciones medioambientales de la mayoría de los países exigen los EIM como requisito imprescindible para la aprobación de programas o de proyectos de desarrollo a realizar en su territorio, como los de construcción de carreteras, presas o complejos industriales. Del mismo modo, los EIM son crecientemente utilizados en el marco de la cooperación para el desarrollo, en buena medida siguiendo las pautas establecidas por el cad, Comité de Ayuda al Desarrollo de la OCDE, que agrupa a los países donantes (DAC, 1992). En este campo, la IV Convención de Lomé fue pionera en el fomento de las evaluaciones del impacto medioambiental de los proyectos de desarrollo apoyados en su marco por las Comunidades Europeas (CEC, 1993). Asímismo, la mayoría de agencias multilaterales, como el banco mundial, y bilaterales, como la danesa DANIDA (1994) y la británica DFID, han desarrollado unos requerimientos y directrices en relación con el impacto medioambiental para los proyectos que financian en países en vías de desarrollo. Del mismo modo, la agencia belga de cooperación (BADC) ha desarrollado un proceso sistemático de EIM con objeto de no financiar ningún proyecto que pueda tener un impacto medioambiental negativo (Verneirt et al., 1998). Los EIM tienen tres objetivos: a) predecir y estimar posibles impactos perjudiciales sobre el medio de programas y proyectos; b) investigar alternativas y medidas de mitigación de tales impactos, y c) comunicar predicciones a los administradores o gestores. Sin embargo, los EIM no garantizan que no vaya a haber ningún damnificado, ni mucho menos la consecución de un desarrollo sostenible, aunque sí pueden servir para mostrar áreas y prácticas que no resultan medioambientalmente sostenibles. Los EIM responden a un enfoque mecánico y están diseñados para ser utilizados por técnicos y planificadores como un instrumento que les ayude a sustentar su toma de decisiones. No son un método que promueva la participación de la población local en la planificación, implementación y evaluación de los proyectos y programas. Sin embargo, en ocasiones sí se tiene en cuenta su opinión mediante encuestas o sondeos, al tiempo que existe la posibilidad de utilizar los diferentes enfoques participativos para obtener información e implicar a la comunidad. El proceso de elaboración de un EIM generalmente incluye los siguientes pasos: a) establecer unos objetivos de política medioambiental general; b) definir el alcance del estudio; c) realizar una investigación medioambiental de la situación existente; d) determinar el impacto medioambiental de las diferentes opciones; e) realizar recomendaciones, y f) construir un plan para realizar un seguimiento del impacto medioambiental, durante y después de la implementación del proyecto. La investigación medioambiental que se lleve a cabo debe observar el impacto de los proyectos y políticas sobre múltiples aspectos naturales, económicos, biológicos, sociales, etc., como por ejemplo los referidos a: – la biodiversidad: tipos de vegetación y bosques y su posible degradación, fauna, pesca, etc. – la agricultura y ganadería: uso de la tierra, evolución histórica de los cultivos, tipo de ganado y su explotación, uso de insumos químicos y su impacto, etc. – la tierra: acceso y tenencia de la tierra, intensidad de uso de la tierra, tipos de suelo, deterioro y contaminación del suelo, etc. – el agua: disponibilidad, necesidades, calidad, derechos de acceso y control por diferentes grupos sociales, etc. – energía: fuentes de energía, escasez de las mismas, control de cada fuente de energía por diferentes grupos sociales, etc. – recursos sociales: características de la población, organizaciones, capacidad de toma de decisiones por diferentes grupos, infraestructuras educativas o sanitarias, calidad y seguridad de viviendas y centros de trabajo, sistemas de recogida de basuras, transporte público, etc. El impacto en cada uno de los planos se mide a través de indicadores específicos elegidos para cada caso, en función del enfoque de la entidad que haga el estudio, la legislación medioambiental del país, etc. Los diferentes impactos que un proyecto puede causar se describen en una escala de 0 a 100 por ciento, de “malo” a “bueno” o de negativo a positivo. Los grupos de impactos relacionados se juntan en bloques para poder realizar una lista organizada de los mismos. Al realizar un EIM, hay que tener en cuenta que todos los posibles impactos medioambientales se traducen siempre en un impacto social, el cual debe analizarse de forma desagredada por edad, género, nivel socioeconómico y ocupación laboral. Debe tenerse presente que, en lo que a los proyectos y a su impacto se refiere, pueden existir intereses contrapuestos entre personas y sectores sociales diferentes. De este modo, las recomendaciones finales deben sopesar unos impactos con otros, así como formular un juicio implícito sobre la importancia relativa de los mismos. La determinación de qué intereses y preocupaciones deben prevalecer sobre las de otros suele basarse en datos objetivos, así como en consideraciones subjetivas y políticas. N. Z. Bibliografía
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