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Niños de la calleMarlen EizagirreNiños que viven en la calle, por lo general separados de sus familias, en condiciones extremas de vulnerabilidad e indefensión. Según unicef, habría que diferenciar entre tres grupos diferentes: a) los niños en peligro, que viven en casa pero son susceptibles de huir de ella; b) los niños en la calle, que permanecen parte del día en la calle, generalmente trabajando para sus padres; y c) los niños de la calle, que viven en la calle de forma más o menos permanente. A veces se ha considerado que existe un patrón por el cual los niños van pasando por esas etapas hasta acabar siendo niños de la calle, aunque la diversidad de circunstancias existentes pone en cuestión que sea así. Entre los niños que sobreviven en las calles de las ciudades, algunos lo hacen con otros familiares, pero la mayoría están separados de su familia por razones muy diversas. Unos han sido abandonados por sus padres, por la incapacidad de mantenerlos debido a la pobreza reinante en los arrabales de las grandes urbes y a la escasez de servicios sociales que les pudieran ayudar. Otros han huido de casa, por haber sufrido abusos físicos u otras razones. A veces la separación se ha producido por el caos y la confusión propios de las migraciones forzosas y masivas de población ocasionadas por los conflictos civiles. Otras veces, los niños de la calle son huérfanos, cuyos padres han muerto en la guerra o por enfermedades como el sida, y que no han sido acogidos por otros familiares o personas. Por último, en muchos países la calle es la salida más habitual para los niños soldado una vez acabado el conflicto, debido a que suelen negárseles las ayudas que frecuentemente reciben los adultos durante los procesos de desmovilización. No existen cifras fiables sobre el número existente de niños de la calle. Sin embargo, es claro que una gran mayoría de los niños de la calle son chicos. La menor presencia relativa de chicas se debe a que a éstas se les suelen asignar desde una edad temprana labores domésticas definidas, por lo que suelen tender a permanecer más vinculadas a la unidad familiar y ésta puede estar más interesada en retenerla en el hogar. Los niños de la calle, así como otros que simplemente trabajan en la calle, sobreviven realizando actividades en el sector informal de la economía, desde la venta de periódicos hasta la vigilancia de automóviles. Muchos otros tienen que buscar en la basura o mendigar. A veces se ven forzados a recurrir al robo, el tráfico de drogas y la prostitución, cayendo frecuentemente bajo el control de mafias de delincuentes. Por otra parte, constituyen uno de los grupos sociales más excluidos, indefensos y vulnerables: son fácil presa de las enfermedades, la drogadicción, el alcoholismo, la violencia callejera, los abusos policiales, e incluso de las agresiones y “operaciones de limpieza” de grupos de vigilancia y otros grupos armados. Su falta de acceso a la educación y a otros servicios sociales básicos les hace difícil poder salir del círculo de la pobreza. Los esfuerzos internacionales en este campo parecen a todas luces insuficientes. Por ejemplo, en la Conferencia Internacional de la Infancia, de 1990, se formuló un ambicioso plan con objetivos relativos a la infancia para el año 2000, pero en él destaca la ausencia de un plan de acción para los niños de la calle. Según la bibliografía sobre el tema, las medidas y acciones para solucionar el problema suelen basarse en varios enfoques: a) el abolicionista, de quienes simplemente pretenderían echarles de las calles; b) el correccionista, partidario de políticas correctivas de la conducta de los niños, considerada como el problema central; c) el paternalista, que considera el caso de los niños de la calle como un problema social y pretende proporcionar un sustituto a la familia; d) el de los programas de rehabilitación, el más apoyado por los educadores, que se opone a la estigmatización que los tres enfoques anteriores hacen de los niños como víctimas pasivas y salvajes peligrosos, y que subraya el papel de la familia como la unidad social ideal para los niños de la calle. Estos programas de rehabilitación tratan de combinar el pragmatismo con el empoderamiento de los propios niños, respetando las necesidades de los niños y asumiendo que son ellos los que en última instancia deciden volver con su familia o, al menos, a una vida alejada de la calle. M. E. Bibliografía
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