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Tercer MundoAlfonso DuboisTérmino de amplia difusión que designa al conjunto de países caracterizados por una situación económica diferenciada, en cuanto a potencial y resultados, de la de los países industrializados, así como por las condiciones de vida de su población, que en su mayoría presenta carencias importantes para lo que se considera un nivel de vida digno. Hay que precisar los contenidos que encierra la expresión “Tercer Mundo”, ya que ha experimentado una sensible evolución desde sus orígenes hasta la actualidad. La paternidad del término se atribuye al demógrafo francés Alfred Sauvy, que la aplicó por primera vez en el año 1952 en referencia a la ola de países que emergían a la independencia como consecuencia del proceso descolonizador que se desató tras la II Guerra Mundial. La razón de ser del apelativo de Tercer Mundo guarda un estrecho paralelismo con el correlativo de Tercer Estado con el que se designó en la Revolución francesa la emergencia del pueblo como actor político al formar parte de la Asamblea Nacional, junto con los otros dos estamentos tradicionales del poder que eran la Iglesia y la nobleza. Con ello se ponía de manifiesto no sólo que frente a los dos mundos entonces operativos en el orden mundial, el Primero conformado por el Occidente y el Segundo por los países socialistas de la Europa del Este, nacía otro mundo distinto y diferenciado, sino que, asimismo, se otorgaba a este último un carácter de novedad y esperanza frente a los viejos mundos enzarzados en una rivalidad política, económica y estratégica que pretendía abarcar el planeta entero. 1) El Movimiento de los Países No Alineados Desde un principio, la expresión “Tercer Mundo” tuvo connotaciones sociales, políticas y económicas. Sin embargo, curiosamente, la formalización del Tercer Mundo como realidad operativa en el contexto internacional es posterior a la aparición de su nombre. La Conferencia Afroasiática de Bandung (1955) marca el comienzo del movimiento político de los países no alineados (NO-AL) y fue el primer indicio de la aparición de un Sur consciente de su propia existencia en el ámbito mundial. En la conferencia participaron 29 países asiáticos y africanos, y no se hallaba presente la URSS. Aunque se discutieron cuestiones relativas a la política de desarrollo, las resoluciones más importantes fueron las que hacían referencia a la lucha contra toda forma de colonialismo y de discriminación racial, así como en contra de la intromisión en los asuntos internos de otros países y de los “acuerdos de defensa colectiva que sirvieran a los intereses especiales de alguna de las grandes potencias”. Tres líderes desempeñaron un papel importante en la consolidación del Movimiento de los NO-AL: Nehru, de la India, Nasser, de Egipto, y Tito, de Yugoslavia. El movimiento se convirtió en la expresión política de los países recién independizados, así como de otros ya independientes pero que tenían en común su rechazo a mostrar su adhesión incondicional a cualquiera de los dos bloques dominantes. Para ello buscaron construir una fuerza política y fomentar la solidaridad entre las naciones emergentes en su lucha contra las nuevas formas de dominación. En efecto, los NO-AL funcionaron en sus primeros años como una coalición internacional que promovió los intereses del Tercer Mundo en un sistema dominado por el conflicto Este-Oeste. Pretendía reestructurar el sistema internacional para acomodar el desarrollo a las necesidades de los Estados más pobres e independientes de reciente cuño. Y aunque no lo consiguió, sí creó las condiciones políticas que alimentaron y legitimaron la formación de un bloque del Tercer Mundo dentro del sistema global. La primera conferencia de los NO-AL se celebró en Belgrado en septiembre de 1961; más tarde se celebraron las de El Cairo (1964), Lusaka (1970), Argel (1973), Colombo (1976). El número de sus miembros fue aumentando progresivamente, hasta alcanzar el número de 93 países miembros y otros 40 en calidad de observadores en la celebrada en La Habana (1979). La expresión “Tercer Mundo” tuvo su aplicación emblemática, a partir de entonces, al referirse a este conjunto de países que forman un nuevo bloque, si bien de características muy distintas a los dos restantes, caracterizado por la existencia de tres vínculos: el político, representado por su común opción por el no-alineamiento; el económico, por su conciencia de que el orden económico internacional les presentaba parecidas dificultades para conseguir el desarrollo; y, para la mayoría, la conciencia del pasado colonial y sus consecuencias a la hora de poner en marcha la independencia real de los Estados. Los problemas políticos ocuparon el primer plano durante los años iniciales, ya que era fácil conseguir la unanimidad en la lucha contra el colonialismo y en el apoyo a los movimientos de liberación en el África Austral. Pero los conflictos posteriores entre China y la URSS, así como la guerra entre China y la India, plantearon serias divergencias entre los miembros, que más tarde se agudizaron con la intervención rusa en Afganistán. 2) El diálogo Norte-Sur en el seno de las Naciones Unidas Además de las reuniones periódicas del movimiento NO-AL, en donde se fue consolidando la conciencia del bloque y se formulaban las reivindicaciones colectivas, el Tercer Mundo encontró en el Sistema de naciones unidas un foro para plantear sus preocupaciones y demandas en torno al desarrollo. El movimiento fue capaz de mantener planteamientos comunes sobre el desarrollo, que fue adquiriendo cada vez mayor importancia en la agenda de sus conferencias. El progresivo aumento del número de países independientes como miembros de la ONU ofreció a los no alineados la posibilidad de utilizar su voto como instrumento de presión en los diferentes organismos multilaterales al constituir una mayoría. Utilizando este voto, los países en desarrollo tomaron la iniciativa de convocar una conferencia mundial sobre comercio dentro del marco de las Naciones Unidas. El resultado fue la creación en 1964 de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Comercio y el Desarrollo, más conocida por sus siglas en inglés: UNCTAD. La UNCTAD se convirtió en la plataforma desde la que los países del Tercer Mundo formularon sus propuestas para la transformación de las reglas de comercio que consideraban perjudiciales. Desde su inicio, y bajo la iniciativa de su primer secretario, el economista Raúl Prebisch, que fue el principal teórico de la escuela estructuralista latinoamericana (ver centro-periferia), la UNCTAD postuló, como primera medida para mejorar la situación de los países en desarrollo, la necesidad de aumentar su participación en el comercio mundial, para lo que reclamaban una reducción preferencial de las barreras comerciales que obstaculizaban o entorpecían las exportaciones de esos países. Los países en desarrollo formaron un frente unido ante la oposición de los países del Norte, presentando una resolución que fue firmada por 77 delegaciones, que desde entonces se conoció como el Grupo de los 77 (G-77). En 1968 se consiguió aprobar un sistema general de preferencias arancelarias que los países industrializados concedían a los países en desarrollo para facilitar su acceso a los mercados. El eslogan “Comercio sí, ayuda no”, que promovieron los países en desarrollo, refleja la toma de conciencia de la necesidad de cambiar las reglas internacionales y abandonar el papel de sujetos pasivos y meros receptores de donaciones. Estas reformas iniciales eran efectivamente un preludio para las demandas de una reestructuración más radical y completa de las relaciones Norte-Sur. Un punto decisivo en la evolución de la reivindicación del Tercer Mundo como actor protagonista en el escenario económico internacional se produjo con la aprobación, tras duras negociaciones, el 1 de mayo de 1974, en la VI sesión extraordinaria de la Asamblea General de la ONU, de la Declaración sobre el establecimiento de un Nuevo Orden Económico Internacional (NOEI). Los contenidos de la Declaración suponen una clara denuncia del orden económico vigente al afirmar la imposibilidad de alcanzar un desarrollo igualitario y equilibrado de la comunidad de los pueblos dentro del marco del actual orden económico mundial. Por otra parte, expresa contundentemente el derecho de todo país a adoptar el sistema económico y social que juzgue más adecuado para su propio desarrollo y a disponer soberanamente de sus fuentes de riqueza naturales. Para conseguir este objetivo se plantea la necesidad de establecer unas relaciones justas y equitativas entre los precios de exportación y de importación de los países en vías de desarrollo, así como llegar a acuerdos internacionales en el funcionamiento de los mercados de materias primas, que constituían la fuente principal de riqueza de los países en desarrollo (Rist, 1997:83-5). Los países en desarrollo pasaron así a la ofensiva con la exigencia del NOEI. El Programa de Materias Primas Integrado fue el punto central de la IV Conferencia de la UNCTAD de Nairobi (1976) y tenía como objetivo que los precios de las materias primas fueran no sólo más estables sino más altos. La oposición de los países industrializados fue muy fuerte, lo que hizo que la resolución final dejara muy débil el acuerdo al no haber compromiso para la constitución del fondo. El Tercer Mundo al final del siglo XX Pero el desafío que suponía el NOEI al dominio que los países industriales occidentales ejercían sobre la economía global fracasó. La campaña, lanzada en la ola de entusiasmo que siguió al éxito de la subida de los precios del petróleo por la OPEP, a mediados de los años 70, no alcanzó sus objetivos y a principios de los 80 se hallaba enormemente debilitada. ¿Por qué fracasó esta campaña? Ésta es una cuestión importante, ya que la década de los 70 fue un periodo que ofreció una ventana única de oportunidad para el Tercer Mundo, que consiguió el control de la mayoría de los foros internacionales. Sin embargo, aunque se alcanzaron algunos logros importantes, el objetivo fundamental del NOEI, que suponía la reestructuración, más que la simple reforma, del sistema económico internacional, no se consiguió. Con ello se firmó el fin de una era de las relaciones Norte-Sur, que se simboliza con el tercermundismo (McGrew, 1992). Pueden señalarse cuatro factores principales que contribuyeron a crear esta situación: a) La profundización de los conflictos internos dentro del bloque del Tercer Mundo, que fue deteriorando una cohesión ya muy difícil de mantener. Así, la creciente diferenciación económica entre los países del Tercer Mundo provocó la aparición de intereses divergentes que enfrentaban a unos países con otros, como el caso de los países productores de petróleo frente a los importadores de petróleo o entre los países recién industrializados del Sudeste asiático, más favorables a la liberalización del comercio internacional, y los países menos dependientes del comercio exterior. Por otra parte, las diferencias entre fundamentalistas islámicos y Estados no islámicos, combinado con la profundización de las inestabilidades regionales y las revoluciones políticas, hicieron pedazos el consenso pragmático que había sostenido la unidad del G-77 hasta entonces (McGrew, 1992). b) La hegemonía de las doctrinas neoliberales en los países industrializados, sobre todo a partir de la llegada al poder de los gobiernos de Reagan en Estados Unidos y Thatcher en el Reino Unido, a principios de los 80, supuso un cambio radical en el enfoque de los problemas internacionales y de las estrategias de desarrollo. Las tesis sostenidas en la década anterior fueron directamente contestadas por las nuevas corrientes económicas. c) La recesión económica que se produjo a comienzos de los 80, y el consiguiente proceso de reestructuración industrial global, supuso el fin de cualquier atisbo de desafío del Tercer Mundo al orden prevaleciente. Prácticamente desapareció de la agenda del desarrollo cualquier planteamiento de reforma global y se puso el énfasis en los cambios internos que los países en desarrollo deberían efectuar para acomodarse a la nueva situación. d) El fin del Tercer Mundo como entidad política encuentra su razón más profunda en el fin de la Guerra Fría. El 19 de noviembre de 1990, la OTAN y el Pacto de Varsovia suscribieron una declaración que oficialmente confirmaba el fin de la era de la posguerra y de la lucha global entre dos sistemas socioeconómicos opuestos: capitalismo y comunismo. Este cambio radical de escenario ha tenido repercusiones directas en los países del conjunto del Tercer Mundo, tanto particular como colectivamente. Mientras la desaparición de la tensión Este-Oeste teóricamente debiera ofrecer nuevas oportunidades políticas para hacer avanzar los intereses colectivos de los países en desarrollo en el orden emergente, al mismo tiempo surgían nuevas amenazas y desafíos para alcanzar los objetivos de desarrollo. En este apartado la cuestión que plantea el nuevo escenario mundial es si el Tercer Mundo continúa siendo una entidad política todavía válida o el nuevo orden global supone el fin del Tercer Mundo. La pérdida de la cohesión política y económica del término obliga a reconocer que ha dejado de ser una categoría de referencia para la agrupación de los países en el contexto internacional. Por eso, no resulta sorprendente que actualmente la expresión “tercermundismo” tenga en el lenguaje corriente una significación peyorativa, sin ninguna connotación política o económica. Se sigue utilizando la expresión “Tercer Mundo”, pero ha perdido toda la fuerza que tuvo y se ha quedado en una referencia vaga de los países pobres, sin que pueda establecerse con precisión los países que hoy en día deben considerarse como Tercer Mundo. A. D. Bibliografía
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